Hola a todos. El Pequeño está a punto de cumplir dos años, y una de
nuestras grandes preocupaciones es que no podíamos salir a ningún sitio sin su
chupete. Y no uno, sino dos: uno en la boca y otro en la mano. Temíamos que
pudiera afectarle a la dentadura, y además teníamos serios problemas para
entenderle en esa media lengua en la que ya nos habla.
El Mayor abandonó el suyo alrededor del año y medio. De repente, de un
día para otro, me lo dio en la mano, dijo que no lo quería, y nunca más. Con El
Pequeño estábamos esperando el mismo milagro, y ha ocurrido, aunque no tan
rápidamente. Lo que teníamos claro es que queríamos hacerlo de una manera respetuosa y que fuera él quien decidiera quitárselo.
Los abuelos, con los que pasa unas horas todos los días, empezaron a
decirle que el chupete “era caca”, y él lo repetía con cara de asco mientras se
lo quitaba y lo lanzaba. Así llevamos varias (muchas) semanas. Al principio
volvía a cogerlo a los cinco segundos, pero esto se ha ido espaciando en el
tiempo, y conseguimos que si no lo veía, no se acordara de él.
Además, contábamos con un plan B: le cuesta aceptar el tacto de los
chupetes nuevos. Cada vez que cambiábamos de chupete (más o menos cada 3 meses)
pasaban varios días hasta que lo aceptaba de nuevo, entre arcadas y gestos de
asco. Era un “ni contigo ni sin ti”.
Así que hace un par de semanas le tocaba cambio de chupete. Dejamos
uno de los viejos por si acaso y le compramos dos nuevos, que ha odiado desde el principio.
El viejo se lo dábamos sólo para dormir. Y el milagro ha llegado, y ha
abandonado por completo los chupetes. Desde la semana pasada incluso duerme sin
chupete. Y tan feliz, porque podemos hablar con él sin que se tenga que andar
quitando el chupete.
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